Llevo 15 años trabajando el tema indígena en la literatura. Ya han salido tres novelas históricas que trabajan el tema: El último sonido del caracol, En busca del cemí dorado y Caparra, memorias de una mudanza.
Consciente de que, a pesar de que nuestra historia indígena es la raíz de nuestra propia historia y es la más desconocida, he intentado llevar el tema al conocimiento del pueblo en general. Y siempre tenía en mente hacer esa historia accesible a nuestros jóvenes lectores.
Conocer el tronco de nuestra esencia de pueblo es conocernos a nosotros mismos. Tirar rutas futuras que despejen los viejos caminos inciertos de una historia trunca e incompleta es el propósito primordial de mi trabajo en ese campo.
Nuestros jóvenes crecen desconociendo esa parte tan importante de nuestra historia que es el tronco, el comienzo de lo que en realidad somos. No lo que otros han querido que creamos que somos. De esta manera, El sonido del mar viene a llenar ese vacío del conocimiento básico que todo individuo necesita para poder llegar a conclusiones concretas de quienes son y tener claro su papel en la sociedad donde nace, crece y se desarrolla como individuo.
Esta es la historia del comienzo de lo que somos hoy en día. Esta es la historia que había que escribir.
Anamá, chica indígena de 12 años, al contrario de las otras chicas del yukayeque, no espera con ilusión el gran areyto donde los y las jóvenes que llegan a la pubertad se unirán en matrimoio según las costumbres de su gente.
Las razones sobran. Ella no ama al chico con el cual está destinada a unir su vida. Su corazón pertenece a Coaye. Pero su linaje y posición social privilegiada por ser hija de un cacique, la obligarán a unirse a Guacá quien heredará de su tío en breve el título de cacique. La intervención de Taya, vieja sabia y enigmática será crucial en la decisión final de Anamá.
Pero todo está llamado a cambiar. La presencia de los bárbaros invasores que llegaron de nadie sabía dónde, en estrafalarias canoas coloca la vida de la isla de Borinquén patas arriba.
Una novela juvenil de corte histórico que pone de relieve los primeros terroríficos años de la conquista por parte de los españoles. Ese primer y terrible contacto de dos razas diametralmente opuestas resultará en un choque descomunal que cambiará para siempre las vidas de todos.
Luego de Isla Cerrera de Manuel Méndez Ballester y la Palma del Cacique de Alejandro Tapia y Rivera, no había surgido una obra que mostrara a los jóvenes la historia de nuestra raza primigenia, raíz de nuestra esencia de pueblo.
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